Rodolfo Muñoz, capitán del B/P José Américo, buque de última tecnología, y un llamado por la renovación de la flota pesquera.
Mediaba marzo y Rodolfo Muñoz llegaba de España
al mando del B/P José Américo, un moderno pesquero congelador que la empresa
Moscuzza botó en Armón Vigo, de 39,8 metros de eslora. Amarrado en Tandanor, a la espera de la conclusión de trámites administrativos, para luego dirigirse a Mar del Plata donde terminarán de armar el buque hasta la apertura de la pesca de langostino. Allí recibió la visita del Secretario General Jorge Frías, y dio su parecer respecto del estado actual de la flota pesquera, y los motivos que hacen necesaria su renovación, como así también destaca la importancia de la capacitación, al tiempo que se entusiasma con la iniciativa de la Asociación en búsqueda de la profesionalización del Capitán de Pesca.
El Capitán Rodolfo Muñoz junto con el Secretario General Jorge Frías
Cabe recordar que estando al mando de otros buques pesqueros, además de demostrar su idoneidad
como pescador, Rodolfo Muñoz lo ha hecho como auténtico Capitán. Vaya a saber
porqué circunstancias le tocó estar en tiempo y lugar en que otro buque se hallaba
en emergencia, y actuó acorde a su profesionalismo. Así cuenta que “Uno fue
el (ARA Almirante) Irízar, en 2007, una desgracia con
suerte, no hubo heridos no hubo desaparecidos, y el tiempo no estaba tan malo”.
Recuerda también recientemente (junio de 2017) el hundimiento del B/P Repunte “que
lamentablemente
sólo pude salvar a una persona”; y otro viaje en que el B/P Magdalena
“estaba en emergencia y le pase una bomba sumergible para que
pudiera
achicar la planta que estaba llena de agua”.
“Estas son cosas
que
están pasando, a veces producto de desgracias. Lo del Irízar fue una
desgracia,
se prendió fuego un motor; lo del Repunte, aún no se ha dilucidado qué
pasó,
pero es una desgracia y se perdieron muchas vidas; y el Magdalena pudo
haber
sido otra desgracia. Estábamos cerca, pero son cosas que no deben
suceder”,
describe.
Toda tragedia en el mar es una desgracia, aunque si
los
buques estuvieran realmente en condiciones muchas de esas tragedias no
hubiesen
sido. “Lamentablemente creo
que
tendríamos que cambiar la forma de pensar sobre qué es lo que tienen que
tener
los barcos, no solamente vigilarlos y procurar sacarle provecho de que
tengan
ciertos elementos, sino que es necesaria la renovación de flota. La flota
tiene
que ser algo moderno, y hoy la flota
en
Argentina tiene entre 30 y 40 años, y eso es una aberración, que casi en
ninguna
parte del mundo ya se nota una flota tan vieja”.
Ahora tiene el privilegio de haber traído de España un
buque
pesquero nuevo para nuestro país. Esta alegría no se opaca por
comentarios
adversos al permiso de pesca.
“He
escuchado mucha resistencia a que venga este barco y no la entiendo.
Son
permisos de tres barcos que estaban parados, que no estaban operando y
de
pronto van a haber 48 personas que podrán trabajar en un barco moderno, no
en
un barco refaccionado ni siquiera viejo, lo hemos traído nuevo,
tecnología
nueva”, señala y resalta que
“las
otras empresas deberían imitar, y desde el gobierno alentar el reemplazo de
los
buques viejos, y tendríamos una flota sin tantos problemas afuera como
estamos
teniendo”.
En cuanto a la
tecnología
incorporada en el flamante buque, describe que “ofrece mayor maniobra,
cuenta con un sistema de cámaras que
posibilita
vigilar todas las secciones del barco y detectar si hay problemas en
algún
lado; tenemos equipos de radares, de vigilancia, equipos de detección de
buques,
por si alguien se acercara más de lo debido, equipos de sonda para ubicar
el
cardumen”, entonces todo este equipamiento hace que “el buque tenga menos
esfuerzo y también la tripulación”.
Respecto de la operatoria de pesca del José Américo,
el Capitán Rodolfo Muñoz muestra un mando que mira a
popa,
que es una repetición de las funciones más importantes del mando principal, y
desde
allí se opera el guinche, que tiene la particularidad de ser automático: “le
indico cuánto cable largar y el
guinche
larga el cable, lo cuenta y se detiene solo”.
“Al control
de
incendios lo manejo directamente desde el puente, no necesito pedirle a
Máquinas
que ponga las bombas de incendio, las activo con un botón. Hay un panel
de
alarmas que me repite todos los datos que envía al Jefe de Máquinas, por
eso
puedo saber todo lo que está
pasando”.
En cuanto al equipamiento de seguridad del José
Américo, “tenemos dos trajes anti exposición, y dos trajes de bombero, un
bote
de rescate con motor para seis personas, una grúa para sacar los botes; los
chalecos
salvavidas de maniobra son autoinflables, esto es que si la persona cae al
agua
no necesita actuar pues se dispara solo. Por eso es importante tener todos
los
equipamientos, tener la prevención para que la gente que pueda tener
algún
problema trabaje con tranquilidad”, dice Muñoz. En este aspecto, añade:
“Por ejemplo las pistolas lanza guías,
que
son añejas, acá ya no se usan, son reemplazadas por unos descartables; y los
aros
salvavidas cuentan con una boya estroboscópica y además tienen
señalización”,
además “Tenemos cuatro balsas
salvavidas,
que alcanzan para 100 personas”, y aclara que “La tripulación actual, la
dotación de seguridad, está
adiestrada
para trabajar con estos equipos”.
Para dar idea de la capacidad de pesca del buque,
Rodolfo
Muñoz destaca que tiene “seis túneles,
de
1.800 kilos aproximadamente, y estamos en
poco más de 11 toneladas por vuelta. El María Liliana -último buque
en
el que Muñoz fue capitán hasta éste-
tenía
por vuelta 5,6 toneladas”, y ansioso quizás por ir a la faena, relata:
“De España trajimos puertas, cables,
me
faltan las redes y ya está listo para pescar”.
La habitabilidad
del
barco es muy buena. “La gente va
a
trabajar en un ambiente cómodo. Tiene muchos baños, lugares de descanso,
y
amplitud en los lugares de trabajo lo que contribuye a disminuir
posibles
accidentes. En los camarotes cuentan con su escritorio, y mejores
colchones,
son de resortes. Es realmente un ambiente cómodo. Por otra parte, hay
un
espacio en el cual se deja la ropa mojada para acceder al puente en
zapatillas”,
describe.
Asimismo, el barco tiene una cámara séptica de capacidad
de
15 mil litros, que con un sistema de bacteria se degrada totalmente, y
evita
arrojar residuos al mar, acorde a las nuevas exigencias internacionales.
Como se desprende, a bordo de este pesquero hay
mucha
tecnología que en Argentina hasta ahora no existía, y sin dudas las
condiciones
para la vida son efectivamente dignas.
“Creo
que en Argentina tenemos que apuntar a contar con
barcos
nuevos, barcos competitivos, no tener que estar cambiando 50, 60 metros
de
chapa porque está todo podrido. La gente va a esos barcos y se encuentra
con
agua adentro, duerme con los colchones mojados, como he visto en muchos
barcos”.
“Tener toda esta tecnología exige capacitación
para
hacerla funcionar correctamente; si no estás capacitado directamente no
entendés
lo que estás tocando. Por ejemplo, esa sonda es única en el país (señalando el tablero), viene con
una
frecuencia de FM que ni el BIP Víctor Angelescu tiene, y permite
hacer
batimetrías y otra cantidad de cosas que otros buques no pueden hacer; en
la
pesca la batimetría es útil cuando se está en una zona peligrosa, que
muestra
el relieve del lecho marino”, describe el Capitán, para resaltar la
necesaria
actualización de conocimientos por parte de las tripulaciones.
Por último, la curiosidad llevó a preguntarle porqué
eligió
la pesca como profesión, y esto contó: Rondando los 20 años, ya había cursado en la
Facultad
de Agronomía y estaba en Arquitectura. Un día visitó el buque San
Lorenzo de YPF donde un primo
suyo
era pilotín: “Subí al barco, lo recorrí
y
dije 'esto es lo que quiero'. Estudié en la Escuela de Náutica, no me
gustó
porque en aquel tiempo era muy militar, volví a Mar del Plata y entré en
la
Escuela de Pesca, y la pesca es mi pasión”.
17/04/2018
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